
El ejemplo manifiesto del baloncesto destructivo, es la
cantidad de faltas personales que se realizan en cada partido sólo
con la intención de parar el juego de ataque del contrario, sin
tener claramente otro objetivo. Estas faltas con propósito definido
de destruir el juego se pueden ver en los siguientes momentos (aunque
se podrían considerar otros muchos):
-Antes que el contrario consiga canasta fácil (si es
posible evitando tiros libres).
-Si el defensor se ve desbordado en 1x1.-Para parar el contraataque, (en algunos casos incluso antes que los atacantes den el primer pase de salida).
-En los últimos minutos si se considera por la situación del marcador.
-Para anular al jugador atacante sobresaliente.
-Para llevar al tiro libre a los jugadores atacantes que tienen mal porcentaje de aciertos.

A diferencia de las anteriores, las faltas “DE JUEGO”,
que se pueden cometer en cualquier momento, son las que se producen
por errores, excesiva fuerza, o descontrol, pero en lances donde el
infractor ha tenido opción de defender o recuperar el balón correctamente.
No sé si todos los entrenadores estamos de acuerdo en
que esta situación que se acrecienta temporada a temporada es
necesario eliminarla, pero yo estoy convencido que es imprescindible
apostar por el baloncesto creativo sin duda alguna y por tanto es
preciso poner algún remedio.
La solución no es fácil, este tema posiblemente
requiera un profundo estudio. Es probable que al igual que en las
personales antideportivas, la interpretación de los criterios que se
den para decidir sobre la penalización de estas situaciones en los partidos,
recaigan sobre los árbitros, pero con todo lo que ello implica, sería mejor solución
que permitir que en el BALONCESTO se continúe dando ventaja al
infractor, haciendo de esta manera crecer el juego destructivo.